miércoles, 31 de diciembre de 2008

ANTÍGONA, UN CLÁSICO DE VALORES UNIVERSALES

Otra actividad en la que he disfrutado mucho ha sido la presentación del prólogo a la "Antígona" de Sófocles, cuarto volúmen de la colección "Valores Universales", un precioso proyecto del AMPA del Colegio de la Presentación de Guadix. Esta iniciativa es un excelente instrumento que nos posibilita a todos, pero especialmente al alumnado, convertir la lectura en medio para crecer interiormente y conocernos mejor. Agradezco por tanto la invitación que en su día me hizo su presidente, Eduardo Salas Romo, profesor de Literatura en la Universidad de Jaén, secretario de la AAS (Asociación Andaluza de Semiótica) y buen amigo mío. Disfruté preparando el prólogo y más al presentarlo en ese centro escolar que tan bién me acogió. Aquí os transcribo lo más interesante:

¿Por qué incluimos esta obra en una colección titulada “Valores Universales”?

Antígona desencadena un sinfín de debates que hasta el día de hoy no pierden su vigencia y actualidad. Este gran poema, da respuestas a una serie de interrogantes formulados por los hombres y mujeres de todos los tiempos. Es, en este sentido, donde se encuentra plenamente su carácter de clásico. (...) en su lectura encontramos unconjunto de valores universales, (...) y comentaré brevemente algunos que sobresalen por su fuerza y atractivo.

El primero que destacaría, soporte y telón de fondo de todos los demás, es el elogio y la admiración hacia el ser humano. Nos lo expresa el coro en su segundo canto en un bellísimo poema en el que se alaban los logros de la humanidad, su dominio de la naturaleza y la técnica:
es el hombre el “dueño de una técnica que sobrepasa todas las esperanzas”. Pero concluirá con solemnidad que, ante todos esos logros, lo más valioso, lo más maravilloso es la persona en sí: “Son muchos los portentos pero ninguno es superior al hombre”.

Y ahora nos centraremos en el personaje de Antígona que es auténticamente revolucionario y cuyos valores nos interpelan dibujándose como modelos para todos nosotros. Me refiero a su valentía, la defensa de la libertad y la guerra al conformismo.

1. La valentía para actuar según los dictámenes de su conciencia y defender sus principios. La valentía es un valor universal que nos enseña a defender aquello que vale la pena, a dominar nuestros miedos y a sobreponernos en la adversidad. Sin la valentía, en los momentos difíciles nuestras vidas podrían irse a la deriva, sin embargo la fortaleza interior conducida por una conciencia recta, puede llevarnos más lejos de lo que podríamos imaginar.
¿Y qué es la conciencia? Conciencia es esa luz que tenemos todos los seres humanos por el mero hecho de ser inteligentes para conocer el bien o el mal de nuestras obras, de nuestros deseos o intenciones, para seguir unas leyes escritas en el corazón: la ventana que se abre a la verdad, o lo que nos da sentido a la libertad, a lo más querido del hombre. Precisamente la conciencia nos hace felices aunque las cosas no vayan bien. Nos ayuda a que uno llegue a ser quien desea ser sin fracasos. Y el único fracaso es no ser buenos en el sentido más profundo y amplio del término.
Por eso Antígona es capaz de pronunciar que “no es para mí desgracia alcanzar la muerte”; y se sorprende que un mortal pueda “transgredir las leyes no escritas e inmutables de los dioses”.

2. La defensa de la libertad y, en consecuencia, la rebeldía ante las leyes injustas. Antígona no obedece a la prohibición de dar sepultura a su hermano, ni se queda indiferente ante el trato discriminador e injusto que se dispensa a la mujer en esa época. Su hermana Ismene en su condición de mujer cree que no puede pelear contra los hombres ni sus leyes, y así afirma: “piensa que hemos nacido mujeres, incapaces de pelear con hombres, y que en poder estamos de quienes pueden darnos esos mandatos y otros todavía más duros”.

3. Antígona, sin embargo, declara la guerra al conformismo. Es lo que le lleva a decir en una versión moderna de esta obra, concretamente en la comedia musical Antígona tiene un plan: “El destino no tiene sentido: el destino te lo montas tú”. No nacemos totalmente condicionados por nuestras circunstancias. Día a día nos vamos modelando a nosotros mismos con nuestras decisiones libres.

Estos parámetros tan profundos nos conviene a una sociedad en la que prima lo material, donde el valor de la persona se pone tantas veces en lo que tiene y no en lo que es, donde defender unos valores en contra de la mayoría está mal visto.

Los buenos libros portadores de estos valores, enriquecen nuestro mundo interior. Una buena lectura opera el milagro de la compenetración, donde el libro se va convirtiendo en interlocutor válido: nos apropiamos intelectualmente de lo leído, lo digerimos y lo convertimos en pensamiento propio.


1 comentario:

MujeresNet.Info dijo...

Hola Inma!

Paso a saludarte y a comentarte que me han hecho el favor de traerme de allá, tu libro, donde me citas.

Está muy interesante el libro, en especial, por supuesto, tu capítulo.

Un abrazo
Elsa

PD: Date una vuelta para celebrar el tercer aniversario de MujeresNet.